CAMINA Y REVIENTA SIETE: SANGÜESA

31 de agosto, sábado

La ruta de hoy nos presenta una variante que parece atractiva y que decidimos no perdernos. Se trata de disfrutar de la vía verde a la que ha dado lugar el antiguo trazado del ferrocarril del Irati a su paso por el desfiladero creado por el río de igual nombre y conocido como la Foz de Lumbier.

Que siete personas se pongan de acuerdo sobre una misma cosa no resulta fácil y si es para levantarse pronto, menos. Por lo tanto, cuando pasamos por el albergue ya no queda nadie, ¡y aún tenemos que desayunar! Creo que vamos a ir de coche escoba del grupo una vez más.

Salimos de Sangüesa pasando ante la fastuosa portada románica de Santa María la Real, luego, cruzando el río Aragón por un puente, iniciamos un tramo de carretera que se va a prolongar durante 6 km hasta Liédena. No estamos siguiendo el trayecto oficial que sube por Rocaforte y asciende hasta el Alto de Aibar, sino que hemos elegido el alternativo, casi todo por asfalto, por Liédena, Lumbier, Nardués y Aldunate, para retomar el camino oficial poco antes de Izco, donde nos quedaremos a dormir.

El tren del Irati realizó su primer viaje el 23 de abril de 1910 y el último el 31 de diciembre de 1955, cubriendo el trayecto entre Pamplona y Sangüesa (54 km) y transportando una media de algo más de 240.000 pasajeros y más de 45.000 toneladas de mercancías al año, entre ellas, toda la madera de la Selva del Irati a la que se le daba salida comercial a través de este tren.

Estamos dando más vuelta, pero el paso por la garganta de la Foz de Lumbier, reserva natural de aves rapaces, recompensa cualquier esfuerzo. Y todavía más, el rico almuerzo que nos ha preparado Miguel y que tomamos en medio de un bosque junto al río.

La segunda parte de la etapa resulta larga, pesada, monótona, calurosa,...., por pistas a veces asfaltadas y a veces de tierra y piedras. Pero vamos resolviendo el asunto hasta plantarnos en Izco, donde ya están nuestros amigos italianos así como los hermanos Cacho, que van a hacer un esfuerzo extra y continuar hasta Monreal, para llegar mañana a Puente la Reina y seguir con su proyecto de viaje. Nosotros nos quedaremos a dormir aquí y mañana más, pero esta noche nos volveremos a encontrar porque nos han invitado amablemente a una cena de despedida.

Han sido unos días entrañables de convivencia que se ha tornado en amistad y aunque sabemos que, seguramente, no volveremos a vernos, en la cena predomina la jovialidad y la satisfacción por habernos conocido. Tras la sobremesa y el intercambio de direcciones y teléfonos, regresamos a Izco donde un gin-tonic nos relaja antes de ir a dormir.