CAMINA Y REVIENTA SIETE: IZCO

1 de septiembre, domingo

A algunos nos ha tocado dormir esta noche en una colchoneta en el suelo, pero estábamos lo suficientemente cansados para que no se haya notado en absoluto.

Después de desayunar y unos estiramientos, comenzamos a caminar con ganas por una pista sin dificultades hasta el caserío de Abinzano, donde hay una fuente en la que rellenamos las cantimploras y descansamos unos minutos. Continuamos por un camino parecido unos 5 km más y llegamos a Salinas de Ibargoiti donde nos espera Jose (José Luis Navarro), un alicantino de Villena amigo de juventud de Julián, y ya nuestro también, que está afincado en Estella y ha venido en moto a compartir con nosotros el resto de jornada. Seguimos hasta Monreal y nos detenemos en el bar en el que cenamos anoche, donde nos ponemos de colesterol hasta las cejas mientras vemos el partido matinal del Real Madrid contra el Athletic de Bilbao (3 - 1).

Hemos parado más de dos horas y tendremos que acelerar para no llegar demasiado tarde a Tiebas, pero el almuerzo ha sido pesado y no hay muchas ganas de correr, así que calma y sosiego. Tras un par de kilómetros por un bosque junto al río Elorz y otros tantos por un camino que bordea la sierra de Alaiz, llegamos al caserío de Yárnoz donde llama la atención la torre medieval (s.XIV), construida para vigilancia y defensa del valle de Elorz y a la que le faltan las almenas. A su lado está la iglesia de la Natividad que proyecta una refrescante sombra sobre el césped que la rodea y que resulta irresistible para echar una siestecita.

¡Vaya día llevamos!, ahora sí que hay que meter la directa. La senda sube y baja por las laderas de la sierra, entrando y saliendo del bosque para mostrarnos el valle y, a lo lejos, Pamplona. Vamos girando a la izquierda, hacia el Oeste, por lo que el sol nos da de lleno cada vez que abandonamos la sombrilla de los árboles, y se hace notar. El paso por el precioso pueblo de Guerendiáin, con casas de piedra engalanadas de flores, nos recuerda que sólo faltan unos 4 km hasta Tiebas, que nos resultan bastante duros porque el sendero es en pronunciada bajada y pedregoso.

El albergue es absolutamente nuevo, pequeño y coqueto. Está ubicado en una casa restaurada de tres plantas con sótano y Koldo, el hospitalero, es la amabilidad personificada. Nos instalamos en la planta alta, porque la primera la han ocupado los monjes alemanes que siempre llegan antes que nosotros a todas partes, y después de una reparadora ducha, atacamos la máquina de las cervezas que dejamos seca de botes de Keler.

Tiebas es un pequeño núcleo de unos 650 habitantes situado en la ladera Norte de la sierra de Alaiz, y hoy sopla aquí arriba un "biruji" que no permite utilizar la piscina municipal que, en otras condiciones, tan bien nos vendría. Por lo tanto, ya que disponemos de una espléndida cocina, solo nos queda organizar una reparadora cena que preparamos a base de fabada de bote, embutidos, quesos y, por supuesto, del excelso allioli de Julián. Menos mal que hoy los monjes alemanes duermen en habitación separada, sino nos excomulgan.